MEMORIA DEL DOCUMENTAL


Sobre la necesidad de crear el Archivo de la Imagen Documental en el área Documental de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización dependiente del Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales. (*)


Es difícil para quien lo necesita, -cineastas documentalistas, o críticos de cine interesados en la materia y fundamentalmente investigadores y teóricos-, tener acceso a algún archivo o cinemateca que contengan la amplitud y variedad de materiales documentales, ya sea en soporte fílmico o electrónico que se necesitan normalmente. Este histórico descuido ha obligado, en muchos casos, a los docentes de Historia del Cine a acotar sus planes de enseñanza, cuando no a suprimir los puntos referidos al cine documental, tanto nacionales como extranjeros o a los investigadores a reducir sus espacios de referencia documental. Historias no muy lejanas dan cuenta de las penurias que debió sufrir, por ejemplo, Leonardo Favio, para encontrar imágenes más o menos originales para realizar su “Sinfonía del sentimiento”. Y si nos referimos a los mismos cineastas documentalistas necesitados de material de archivo para ilustrar pasajes en sus trabajos cinematográficos, podremos comprobar que en tiempos tampoco no muy lejanos éstos se veían (y se verán si no hay cambios en esta lamentable realidad) obligados a buscar en archivos del extranjero las imágenes producidas en el país y a pagar por ellas precios exorbitantes. Esta paradoja subsiste aún. El país produce, el extranjero las adquiere y las conserva y nos vende nuestras propias imágenes. Un absurdo total.

Nuestra identidad o parte de ella parece no formar parte de la preocupación de algunos compatriotas, ni estar afincada en la conciencia de otros, ni convivir en estos espacios nuestros, ya sea por omisión, descuido o desidia. Las imágenes documentales son, en su mejor acepción, el registro de la realidad, y en nuestro caso argentino, de nuestra realidad. Esto que es ya una verdad de Perogrullo, sin embargo, no ha sido suficientemente comprendido y ello se debe en parte al dominio sofocante de las imágenes provenientes de otras cinematografías, en su gran mayoría destinadas al puro entretenimiento.

La adhesión del público común se debe en gran parte a ese factor y al sistema de comercialización de los exhibidores de
nuestras salas que tienen como único objetivo el obtener ganancias, legítimo por cierto, pero que cómo es la única meta, no permiten la existencia de otro espacio de expresión y como consecuencia de ello se puede constatar la casi inexistencia de esa diversidad cultural tan necesaria en una sociedad abierta, que en tiempos no muy lejanos fuera orgullo de los argentinos cuando por estas playas se descubrían realizadores que con el tiempo demostraron ser muy importantes.

Por suerte la situación tiende lentamente a revertirse merced a algunos ejemplos exitosos en el mundo americano y europeo y, aunque en menor escala, en el nuestro. Es que lo real está llegando a las salas de cine y perforando con mucha paciencia y dificultad la estrecha malla de cierta incomprensión por parte de quienes manejan los mecanismos de comercialización y distribución. Pero vale por la importancia que significa tal realidad.

JUSTIFICACION


Los casos emblemáticos de los dos filmes de Michel Moore -pese a alguna crítica torpe en contrario-, “Masacre en Columbine” y “Fahrenheit 9/11”, (la primera ganadora del Oscar de la Academia de Cine de Hollywood en 2003 y la otra la Palma de Oro en el reciente Festival de Cannes del 2004, el más prestigioso festival del mundo), al que debemos sumar el espectacular éxito de público y taquilla en Francia en el 2002 de “Ser y tener” de Nicolás Phillibert y el de nuestro “Memoria del saqueo” de Fernando Pino Solanas (Premio especial en el Festival de Berlín, homenaje espectacular en Mar del Plata, Venezuela y también en Cuba a pedido de
sus máximos dirigentes políticos), y la muy reciente exhibición de “Tocando el cielo“ del productor-actor francés, Jacques Perrín, bastarían para justificar plenamente la existencia de este proyecto. Si se tiene en cuenta que el cine narra historias y crea atmósferas y estilos y que puede seguir caminos paralelos o convergentes -documentales ficcionados o ficciones-cuasidocumentales- que practicados por realizadores cuyas experiencias invaluables deben ser conocidas en voz y figuras de sus protagonistas y ofrecen a los interesados una visión realista de las dificultades y de sus bondades, creemos que una aproximación a estos datos puede ser de enorme valor para quienes se preparan en las ricas y diversas disciplinas del cine.

El proceso de creación de una obra es el producto de un colectivo, como bien sabemos, pero también revela una profunda convicción individual. Por ello resultan importantes las opiniones autorizadas y experimentadas de figuras consagradas.

DE LO NACIONAL


Por otra parte, contamos también con valiosos y variados documentales de jóvenes realizadores argentinos, reconocidos en múltiples festivales del mundo (“Raymundo” de Ernesto Ardito y Virna Molina e
s uno de los más prolíficos con 16 premios internacionales) y es uno de los tantos ejemplos de un género que busca su lugar en nuestro espacio cultural. Todos estos filmes se pudieron ver en las salas de cine comerciales del país y corroboran de alguna manera su impactante crecimiento.

La Argentina cuenta con importantes antecedentes en el terreno documental que han influenciado a otras cinematografías y cineastas de varias partes del mundo. Se puede considerar como el ejemplo más notorio y emblemático el caso del film documental “La hora de los hornos” de Fernando Solanas y Octavio Getino, el cual fue objeto de numerosos estudios a nivel mundial y el que ejerció mayor influencia sobre el cine documental militante y político de los años 60 que junto a su manifiesto y texto teórico “Hacia un tercer cine” hicieron su explosiva aparición en el italiano Festival de Pésaro de 1968. Es imposible hoy en día tener acceso a las imágenes de esa obra. Escasean las copias en video y ni hablar de las copias en fílmico, y en la actualidad nuestros estudiantes casi no tienen acceso al mismo, salvo por el aporte personal de algún voluntarioso y generoso docente que desea que sus estudiantes tengan conocimiento de los hechos fundamentales que atañen a nuestro cine. O como en el caso de Fernando Birri pionero del Nuevo Cine Latinoamericano, fundador de Escuelas de Cine (Universidad Nacional del Litoral, EICTV en La Habana, Taller de Poética en Venezuela), cuyo film emblemático “Tirediè”, documental social realizado junto con sus alumnos hiciera mucho camino al andar.

Es inevitable referirse a la obra de los recientes realizadores que a la luz de los últimos acontecimientos socio-políticos del 2001, se reunieron para llevar a cabo trabajos colectivos en renovada experiencia social inspirados en aquel ejemplo.
Pero el escaso acceso a este tipo de materiales y a otros históricos no conocidos en el país, reitero, es más notorio en la actualidad debido a que muchos de nuestros jóvenes estudiantes y cineastas y fundamentalmente los que tienen cada vez más un auténtico interés por el cine documental deben penar para encontrar esos videos, o esas fuentes de consulta y/o los filmes necesarios para establecer estudios y comparaciones y sacar provecho de tales experiencias.

El asunto político o social no es el único y excluyente tema del documental, tal como lo pueden probar “Saluzzi, ensayo para bandoneón y tres hermanos” y “La quimera de los héroes” de Daniel Rosenfeld o “Rerum Novarum” de nuestros ex alumnos Nicolàs Batlle, Sebastián Schindel y Fernando Moldar (Cóndor de Plata) o la más reciente de sus co-producciones: “Cuba plástica”; “Por la vuelta” de Christian Pauls, con el bandoneonísta Leopoldo Federico, “No sé que me hicieron tus ojos” del hasta hace poco crítico de cine Sergio Wolf sobre la ex cantante de tangos Ada Falcón, o “Los Van Van” sobre el grupo musical cubano, debido a nuestra productora del Festival de Mar del Plata, Liliana Mazure, o los estupendos documentales de Tristán Bauer (“Cortazar”, “Evita, el cadáver sin paz”, y su reciente “Iluminados por el fuego” realizada con mirada documental).

Por ejemplo, es casi imposible ver las películas de Jorge Prelorán (
un histórico humanista del género, inspirado en las teorías y obras de Robert Flaherty, que alcanzaron un enorme prestigio y repercusión a nievl mundial). Sus filmes, en su inmensa mayoría, existen solamente en los libros de historia del cine y muy pocos son nuestros estudiantes que ha visto alguno de ellos, entre los cuales se encuentra su “Hermógenes Cayo” que fuera distinguido por los cronistas argentinos en 1975 como uno de los diez filmes más hermosos de la historia del cine argentino. (La próxima visita a nuestro país invitado por la Fundación del Cine de Jorge Prelorán puede ser un motivo para empezar a reparar estos olvidos).

La obra cinematográfica del dúo Céspedes-Guarini es amplia y muy conocida, lo mismo que la de Federico Urioste, de revisión histórica o la de Eduardo Montes Bradley, con su acercamiento a los creadores literarios. En definitiva, abundan los filmes documentales argentinos de importancia realizados en los últimos tiempos que atestiguan de su crecimiento como género y que merecen nuestra atención.
Una escasa parte de estos materiales cinematográficos se puede encontrar en la biblioteca de la ENERC, pero que en su totalidad carecen de la información complementaria necesaria.

DE LO INTERNACIONAL


Pero además el acceso a la formidable obra de los franceses Raymond Depardon y Chris Marker, de los holandeses Joris Ivens y Johan van Der Keuken o de la maravillosa Agnés Varda iniciadora de la Nouvelle Vague (dirigió el ya clásico de la época “Cleo de 5 a 7” y “Los recolectores y la recolectora” exhibida en el BAFICI ) o del ruso Dziga Vertov con su clásico “El hombre de la cámara” iniciador del Cine-Verdad y del Cine-Ojo, o de los pioneros como Robert Flaherty, o de las obras de Jean Vigo (un premio que lleva su nombre en la industria francesa lo perpetua), o de la fundamental obra o de los creadores del cine norteamericano, -Lionel Rogosin, Paul Strand, John Huston, Robert Drew, Richard Leacock-; del cine canadiense, -Colin Lew, Michel Brault, Ron Mann, o del cine italiano, -Mario Rúspoli, Vittorio De Setta, Roberto Rosselini-, y del cineasta ruso Roman Karmen, como del cine inglés, -Lindsay Anderson, John Grierson, J.B. Wright, Karel Reisz- o del realizador francés Jean Rouch autor junto al sociólogo Edgar Morin de la mítica “Crónica de un verano” y autor además del estupendo documental experimental “Yo, un negro”, (Rouch fue además creador del Museo Etnográfico de Francia, y de la corriente “cinema verité” -de enorme influencia en la nouvelle vague-), y del cubano Santiago Álvarez (*) por citar a sólo algunos de los históricos y máximos creadores del género, seguirá siendo difícil, cuando no imposible, de no mediar alguna solución y la estrecha visión cultural de nuestros jóvenes en lugar de enriquecerse y abrirse a todas las manifestaciones culturales, seguirá estrechándose aún más y el camino para los investigadores de obras cinematográficas se puede percibir que no será nada fácil.

No obstante y pese a todo, son cada vez más numerosos los jóvenes (y algunos docentes) que se acercan a la Institución ENERC a requerir información sobre estos temas. Y es un dato importante el que muchos de nuestros ex estudiantes hayan encontrado en el documental su forma de expresión. La prueba de dicho interés se puede constatar en la reciente aparición -al calor de los acontecimientos del 2001-, de numerosos grupos de cineastas documentalistas cuyas obras fueron muy requeridas en diversos foros y festivales para conocer una realidad que atañe no sólo a Argentina sino a toda Latinoamérica, y la de estudiosos de estos movimientos, sobre todo del exterior, que constataron que no obstante la escasez económica en que se desenvuelven, bregan casi de manera espontánea, para cristalizar sus deseos testimoniales cinematográficos. Dos recientes acontecimientos fundamentales culturales-cinematográficos subrayan esta nueva situación: la última edición del Festival de Toulouse (Francia) estuvo dedicada al cine documental argentino, y el Panorama del Cine Documental Argentino fue organizado por el Centre Georges Pompidou en Paris para las “Rencontres du Cinema du Reel” (Cine de la Realidad), y todo ello debido al crecimiento inusitado que se registra del cine documental, como en ningún otro país de Latinoamérica, y que ha llamado poderosamente la atención de estudiosos, cineastas, sociólogos y a notables políticos (como el sucedido con las recientes presentaciones de “Memoria del saqueo” tanto en Venezuela como en Cuba que fueran solicitadas por los presidentes Fidel Castro y Hugo Chavez).


Las últimas decisiones del INCAA respecto del género dan cuenta del creciente y decidido interés sobre el tema; subsidios mediante concursos de proyectos documentales para telefilmes o apoyo de créditos a filmes de largo metraje, (por ejemplo a “Memoria del saqueo” de Pino Solanas) son algunos de los nuevos rumbos que la institución madre del cine argentino ha tomado. En este sentido casi la misma política de apoyo es la que está llevando a cabo en el gobierno de la Provincia de Buenos Aires con llamados a concurso de proyectos.

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PROPUESTA

Pero aún queda por resolver un tema que está pendiente: la obtención, organización, conservación, y preservación de todo el material audiovisual documental, destinado a la construcción de este espacio de la Memoria Documental.
Es una asignatura pendiente que debemos resolver lo más rápidamente posible. Para ello es necesario un esfuerzo especial y sostenido para constituir esta Cinemateca (Filmoteca, Videoteca y Deveteca) documental Argentina (audiovisual y escrita) que, con el aporte de todos, cineastas, teóricos, investigadores y especialmente el Estado a través del INCAA puedan contribuir a consolidar este proyecto.

La Cinemateca Documental, por ahora, no requiere de grandes sumas de dinero para iniciar su camino -pese a la enorme importancia de su destino-, ya que en muchos casos mediante convenios de reciprocidad se puede lograr obtener copias de los filmes o de los videos para alcanzar así alguno de sus objetivos.
Las tareas inmediatas y primordiales que se requieren son las del registro de la imagen y voz de los realizadores nacionales, como del extranjero que nos visiten.

LINEAS DE TRABAJOS INICIALES


Las tareas de registro en imagen y sonido de los protagonistas de esta aventura del cine documental, si bien son muy importantes, no deben dejar de lado una tarea igualmente importante y absolutamente necesaria: la organización de un acervo audiovisual del documental en un formato no habitual, en una suerte de Unidad de obra Personal de cada realizador, que implica no sólo la recopilación lo más completa posible de sus materiales audiovisuales y teóricos y su debida inclusión en esa unidad, sino que además deben ser parte indisoluble de ella sus imágenes y sus palabras, organizadas estas respuestas y opiniones por un cuestionario ordenado temáticamente, al igual que la posible inclusión de los backstages de sus filmaciones cuando sea posible hacerlos o encontrarlos.

En el caso de tratarse de personajes y materiales históricos (Grierson, Flaherty, Vigo, etc.) será imprescindible recurrir a la colaboración de docentes, investigadores y especialistas) para la obligada ilustración de la obra y pensamiento de cada realizador. Este tipo de organización audiovisual sobre personajes o historia de las corrientes y pensamientos estéticos de los documentales y documentalistas, podrá ser de gran ayuda para docentes y alumnos y para toda persona que acuda a su consultar el acervo. Para lo cual es fundamental cubrir el área de nuestra Memoria Audiovisual en el terreno del documental.

(*) Ante-Proyecto para la creación del Archivo de la Imagen Documental en la E.N.E.R.C. (abril de 2006)

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AdID, Archivo de la Imagen Documental

Desde 2006 el Archivo de la Imagen Documental (AdID) funciona como Programa de la Escuela Nacional de Realización y Experimentación Cinematográfica (E.N.E.R.C.), que depende del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (I.N.C.A.A.) de Argentina.

Dirigido por el Prof. Humberto Ríos, AdID busca conservar la memoria de quienes han venido trabajando en el género documental, explorando y reconociendo obras fundamentales del cine argentino, en un intento por comprender y ampliar el pensamiento y los conocimientos técnicos y artísticos de maestros y documentalistas latinoamericanos.

AdID produce y alcanza sus objetivos a través de varios formatos:

I.- "Archivos de Autor"
Reportajes documentales con reconocidos cineastas que reflexionan sobre su propia obra, y que presentan fotografías y fragmentos de películas históricas. Entre los primeros/as: Jorge PRELORÁN, Fernando BIRRI, Fernando Pino SOLANAS, Vanessa RAGONE.

II.- "Encuentros con la Mirada Documental"
Charlas y debates sobre documental en el Microcine de la E.N.E.R.C., convocando a figuras relevantes del medio para analizar un tema particular en cada ocasión: VIÑA DEL MAR 1967-2007, MEMORIA, POLÍTICA, FRONTERAS CON LA FICCIÓN, INVESTIGACIÓN.

III.- "Fondos documentales"
Galerías y colecciones de archivos y documentos sobre cine documental. Incluyen películas, fotografías, textos, testimonios, gráficas, etc. Entre otros: "Fondo NUEVO CINE LATINOAMERICANO", "Fondo JORGE PRELORÁN", "Fondo FERNANDO BIRRI", "Fondo VANESSA RAGONE".

IV.- "Testimonios y Documentos de trabajo"
Producciones de AdID, herramientas y documentos de trabajo, videos institucionales, entrevistas, etc.

V.- "
Talleres y seminarios"
El equipo de AdID colabora en el diseño y dictado de cursos, talleres y seminarios sobre cine documental que llevan adelante sus integrantes. Entre otros: "CEFOPRO: Curso de CINE DOCUMENTAL"; "CEFOPRO: Taller de INVESTIGACIÓN DOCUMENTAL"; "ENERC: Programa HISTORIAS por VENIR";

Si le interesa esta información o desea colaborar con AdID puede enviar un correo a info.adid@gmail.com, o comunicarse con la E.N.E.R.C. para contactarse con nuestro equipo de trabajo.

ARCHIVO DE LA IMAGEN DOCUMENTAL

En el ámbito de la Escuela Nacional de Realización y Experimentación Cinematográfica, la aparición de AdID (Archivo de la Imagen Documental) se debe a una oportuna preocupación académica y pedagógica por investigar a fondo algunos aspectos decisivos del cine documental argentino.

Con el objetivo de profundizar y divulgar conocimientos históricos (estéticos y técnicos; sociales y culturales) sobre diferentes experiencias documentales, las investigaciones y los archivos de AdID abordan principalmente los procesos creativos (intelectuales, artísticos y/o tecnológicos)que desarrollaron Autores y documentalistas fundamentales.

El proceso de creación de una obra es el producto de un colectivo, como bien sabemos, pero también revela una profunda convicción individual. Por ello resultan importantes las opiniones autorizadas y experimentadas de figuras consagradas, como es el caso de Jorge Prelorán, el primero de nuestros Archivos, luego vendrán otros de la talla de Fernando Birri, o de Fernando Solanas y Tristán Bauer, por mencionar a unos pocos.

Nos proponemos pensar, dialogar y producir documentos sobre el tema de la Creación en el campo del documental. ¿Qué razones o claves del documentalismo podríamos comprender, o imaginar, analizando el impulso creador de un Maestro; o tratando de descubrir sus motivos, sus recursos, sus objetivos; o escuchando sus reflexiones y conclusiones sobre el género documetal o sobre su propia obra ? Nos interesan los descubrimientos creativos de los documentalistas y los motivos socio-políticos, sicológicos y afectivos que los llevan a echar una mirada particular sobre la realidad, y sobre las diversas formas y estéticas de llevarla a la pantalla, ventana ésta invaluable desde donde se observa el mundo en sus constantes conflictos y en su natural evolución.

La práctica del documentalismo no sólo apunta a poner los ojos en la realidad inmediata sino también a ahondar esa mirada y a indagar profundamente en la realidad descorriendo los velos que la empañan y otorgándole el valor de lo simbólico que la aleja de cualquier tratamiento superficial y enriquece al mismo tiempo el ejercicio de la realidad aún dentro de la ficción. Estos son los propósitos del Archivo de la Imagen Documental: servir de puente entre los creadores y los estudiantes e investigadores del cine, no solamente del cine argentino sino también del cine internacional.

Este Archivo de la Imagen Documental se pudo poner en marcha gracias a la voluntad creativa de la Dirección de la ENERC, que no escatima esfuerzos para el resultado feliz de esta iniciativa por los mimos objetivos que compartimos: el maravilloso ejercicio del conocimiento y la preservación de la Memoria.